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Diversidad, humanidad y naturaleza.

Diversidad

 

Desde el 31 de marzo del año 2009, nace por iniciativa de Rachel Crandall -activista trans estadounidense-, el Día Internacional de la Visibilidad Trans*. Su propósito es el de celebrar la diversidad, visibilizar los avances y recodar el largo camino que se tiene por recorrer para garantizar una vida en libertad a las personas trans, sin ningún tipo de prejuicio, violencia o discriminación.  

Trans*, es un término que trata de representar las experiencias de vida de personas cuyo sexo asignado al nacer (macho, hembra), no coincide con su identidad de género; la cual se entiende como la forma en la que cada persona se identifica con lo masculino o femenino (ambos o ninguno). En ese sentido, lo trans* comprende todas aquellas identidades que no se alinean con estas expectativas de género. Por muchos años, la identidad de género fue binaria, sin embargo, este concepto ahora incluye identidades como no binario, género fluido, género queer, transmasculinas y transfemeninas.

 

La identidad de género puede ser congruente o no con su sexo asignado al nacer, por su parte, la incongruencia de género se refiere al estrés e incomodidad marcada y persistente que experimenta una persona cuando hay una discordancia entre el género experimentado frente al sexo asignado al nacer, y transición es el proceso por el cual una persona comienza a presentarse acorde con su identidad de género. Cabe aclarar que la identidad de género es diferente a la orientación sexual (Heterosexual, homosexual, lesbiana y bisexual), la identidad tiene que ver con la pregunta “¿Quién eres?”, la orientación con “¿Quién te gusta?”.

 

En Colombia, se han dado importantes avances en el reconocimiento de los derechos de las personas trans*, sin embargo, es necesario un cambio cultural. Los prejuicios sobre las personas trans* se manifiestan a través de la discriminación, crímenes de odio, violencia y exclusión socioeconómica. La situación es preocupante, según estimados de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la esperanza de vida para una persona trans en Latinoamérica es de 35 años (1). En ese mismo sentido, se ha evidenciado que las personas trans* tienen más probabilidad de padecer síntomas depresivos e intentos de suicidio que las personas no-transgénero o cisgénero, lo cual se explica por mayores niveles de discriminación, falta de soporte de sus padres y estigma (2).

 

El sistema de salud tiene retos en este sentido, existen numerosos limitantes y barreras para el acceso oportuno, igualitario, seguro y de calidad para los servicios de salud de las personas trans.  Según un informe de la ONG Temblores (3), la mayoría de las personas trans* no se sienten seguras cuando buscan un servicio de salud, o experimentan situaciones de violencia como negación de la atención, juicios sobre su sexualidad, discriminación por su identidad de género, preguntas innecesarias y desconocimiento de su identidad. Adicionalmente, durante la pandemia por COVID-19 las personas trans*, sufrieron una disminución, interrupción o no priorización de tratamientos médicos generales, además de los concernientes a tratamientos hormonales o de afirmación de género.

El reto actual, traduce no solo conocer y -aceptar- la diversidad, como un proceso fluido e inherente a la condición humana, si no ir más allá. Es necesario cuestionar nuestras prácticas y establecer espacios de diálogo para crear espacios conjuntos, donde las personas trans* puedan acceder de manera efectiva al goce de sus plenos derechos, espacios que se les han sido negados desde hace muchos años.